Del trágico suceso en un paso a nivel

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Del trágico suceso en un paso a nivel.

Amplio detalles relacionados con el trágico suceso desarrollado en el paso a nivel de Bermellar, y del cual dí oportuna cuenta por teléfono en las columnas de EL ADELANTO de ayer.

      Para satisfacción de las autoridades, diremos que todas acudieron inmediatamente al lugar del accidente, instruyendo las oportunas diligencias, como lo hizo el digno juez de instrucción, Don Agustín B. Puente, el que, inmediatamente de tener conocimiento del hecho, se trasladó a ésta, acompañado del actuario interino don Andrén Alonso y del alguacil don Diego Alonso, continuando con toda actividad y celo las diligencias instruidas ya con toda extensión por el Juzgado municipal.

      La mañana del 8 de los corrientes iba conduciendo su carro de labor el vecino de esta villa Santiago Pablos Arroyo por la carretera que de esta villa parte al vecino pueblo de Bermellar. Tranquilamente sentado iba el Santiago dentro del carro, en compañía de sus hijos José, de siete años, y María, de trece. Parece ser que mucho antes de llegar al paso a nivel, había cruzado momentos antes un tren, y tal vez creyendo el Santiago que aquél tren fuera el correo de la mañana descendente, y que no pasaría otro tren, continúo montado en su carro, dando completamente la espalda a la vía, posición que debieron llevar también sus hijos; es decir, montados en la parte trasera del carro.

      Detrás del carro del Santiago, como a unos doscientos metros escasos, caminaba en la misma dirección el vecino Francisco del Pozo montado en su carro, cargado de abono, el cual, viendo que el tren correo se aproximaba en su marcha al paso al nivel y que el Santiago no detenía la suya con el carro, empezó a dar al Santiago grandes voces para que se apercibiera de la presencia del tren; pero con el ruido de ambos carros, no debió oir, continuando su marcha, y al atravesar el paso a nivel, el carro fué alcanzado por la máquina del tren por el lado  de una de las ruedas de aquél, haciéndolo girar de manera que la yunta de mulas quedó dentro de la vía, cogiendo el tren a una de las caballerías, que dejó muerta en el acto, y la otra, con una pata completamente destrozada. Como el tren al matar la caballería partió el yugo, el carro fué lanzado con la otra caballería aún uncida al carro, y a los ocupantes de éste, a una hondonada de tres metros de profundidad. El tren detuvo su marcha inmediatamente, del que descendió todo su personal y viajeros, acudiendo todos al lugar del accidente,  encontrándose al Santiago en tierra sin sentido, y a poca distancia del carro, los hijos de aquél, gravemente heridos.

      Inmediatamente se dispuso trasladar a los heridos, en el carro de Francisco del Pozo, y cuando a ello se disponían, se presentó el auto de línea de Bermellar, en el que fueron trasladados a esta villa. Como entre los viajeros iba un médico portugués, atendió en los primeros momentos a los heridos, como lo hizo también el médico de Bermellar, don José Santana, que en el auto de línea se dirigía al pueblo.

      El lanzar el tren al carro hacia la hondonada, evitó que el accidente tuviera más trágicas consecuencias, y el que los tres ocupantes del carro fueran completamente destrozados por el tren.

      El Santiago, en la caída, sufrió la fractura de la clavícula derecha y del peroné; el niño José, complicada fractura de una pierna, que ha hecho preciso su traslado al Sanatorio de Salamanca del doctor Díez: Las lesiones de la niña no ofrecen gravedad, y el Santiago van recobrándose esperanzas de salvarle la vida.

      Sirva este suceso de trágica lección a cuantos tienen que atravesar la vía por los pasos a nivel sin cadenas ni guardabarreras, para no ir al descuido, pues por la vía circulan trenes a otras horas que las ordinarias, y de las cuales no puede tener conocimiento el público.

                          CHICO                                                      

Lumbrales, 11 de Septiembre

El Adelanto. Biblioteca Universidad de Salamanca.